11 de noviembre de 2025

A remangarse tocan

En los años 80 para ser transgresor tan solo había que ser de izquierdas. Hoy no, con llevar una pulserita de España de tela es suficiente. Y es que esa es la realidad: los energúmenos de Vox han hecho los deberes y ahora comienzan a obtener los resultados.

Después de las campañas de desinformación masivas por redes sociales y de espolvorear el mantra de la inmigración y la corrupción hasta la saciedad, por fin suponen una amenaza real al Partido Popular. Y claro está, todo eso en detrimento de los votos que históricamente se llevaba de la juventud la izquierda en Sevilla.

He hablado con personas cercanas, en algún caso, a la cúpula de IU y Podemos estos últimos días y yo, que vivo en Madrid desde hace quince años, me conozco el paño de sobra.

Aquí en Mordor los curritos de barrio llevan a sus hijos a los colegios concertados para sentirse más “In”, como se decía en los 90. Y en Sevilla está pasando exactamente lo mismo.

Hoy ser modernete y guay no es llevar camisetas de “Iron Maiden” y asistir a conciertos de “Reincidentes” en el Hogar San Fernando, como hacíamos nosotros. Hay un retroceso evolutivo en la juventud, en parte culpa porque no leen apenas y además porque carecen de perspectiva histórica, hace que sus padres vean con buenos ojos que sus hijos deriven hacia la extrema derecha, como único valor seguro hacia las buenas formas y el mantenimiento de las costumbres Sevillanas (Semana Santa, Feria, toros…) ¡Como si los de izquierdas no fuésemos civilizados! Y es ahí donde la izquierda sevillana falla: no es capaz de conectar con la juventud, que no se ve reflejada en las consignas tradicionales de: Pan y libertad para todos.

Aquí abajo expongo un cuadro con los resultados de las últimas
elecciones municipales en Sevilla de 2023.

Si hacemos una simple suma, los votos de todos los partidos de izquierdas, junto con los de VOX, si no existiese, darían como resultado:

– Izquierda: 51 escaños. – Derecha: 58 escaños.

Y ni siquiera así se conseguiría la mayoría absoluta, pero ellos tampoco.

¿Qué hacer entonces para revertir esta situación? preguntará usted. Pues bien, a remangarse tocan, que dijo el poeta.

Lo primero que hay que tener claro es que hay que sacar votos de debajo de las piedras y para ello hay que arrebatárselos a Vox. Sí, precisamente porque los chavales no tienen ni idea, hay que volver a fabricar la idea de que ser de izquierdas es ser guay y que ser de derechas es de casposos, aunque vengan con la manida aureola del royo libertario y toda esa pesca.

O sea, que hay que intensificar las campañas en Twitter, Instagram e incluso Tick-Tock si hace falta, para que el mensaje llegue a esa población. Los mismos amigos que mencioné antes me dijeron que la cartelería no funcionaba.

Bueno, estoy harto de ver pegatinas fachas en los barrios periféricos de Sevilla y ni una de izquierdas. Por ahí también hay que trabajar.

No es que den votos por sí mismas, pero es un mensaje necesario para todos esos matones energúmenos que andan sueltos por las calles, de que hay una contra que los pueden enfrentar en cualquier momento (más trabajo).

Lo segundo que yo haría es ser más beligerante a la hora de defender los valores de la izquierda ante los amigos, familiares y compañeros de trabajo negacionistas del sistema. Porque esta negación de las instituciones, de la democracia y del “Status Quo”, no nos beneficia en nada. Tan solo dan votos a la ultraderecha, que se han postulado como los únicos rebeldes del sistema a ojos de la juventud.

Y, por último, ¡Ay! compañeras y compañeros, el temita espinoso que nadie quiere nombrar: “La unión hace la fuerza”. ¿Os suena eso de algo? No puede ser que Podemos, IU, Adelante Andalucía y todas esas ramas de la izquierda andaluza anden a la gresca permanentemente. No digo que no tengamos derecho al disenso entre formaciones, se trata de una cuestión de pragmatismo. Hay que ser prácticos y aparecer ante la opinión pública como un bloque compacto y diverso que sea capaz de afrontar los retos que demandan los ciudadanos. Y si alguno de los que estáis leyendo estas líneas mueve el bigote enfurruñado, pues peor para él o ella. Porque la política es eso: hacer concesiones para alcanzar objetivos a corto plazo que posibiliten alianzas para mayores propósitos en el futuro. Así, como hacer encaje de bolillos: un trabajo dificultoso, arduo y casi de orfebrería política. ¿O es que todavía piensa usted que esto va de blanco o negro; de todo o nada? Si es así, le recomiendo fervientemente que se lea “El príncipe” de Maquiavelo. Ahí lo explica todo y la cosa no ha cambiado en política desde 1532, que es cuando se publicó.

Para resumir, hay que remangarse. No basta con esperar a que la conciencia social aflore en la conciencia de la gente y menos en los jóvenes.

Pero claro, trabajar cansa y los Egos… pero eso ya es harina de otro costal.

E. SanMarín.